El Espíritu Santo es la presencia de Dios en la vida del creyente. Le da continuidad a la enseñanza de Jesús y nos recuerda lo que él enseñó. Nos ayuda a comprender la Biblia. Da testimonio sobre Jesús, y nos guía. El Espíritu Santo glorifica a Jesús.
En la escena más amplia, el Espíritu Santo convence al mundo de su pecado, de la justicia de Dios, y del juicio venidero.