La espiritualidad cristiana consiste principalmente en vivir en el Espíritu. Cuando te acercas a Dios y recibes salvación, el Espíritu Santo de Dios viene a vivir en tu interior. Tienes una nueva vida espiritual que nunca habías tenido. Tu espíritu cobra vida y comienzas esa relación espiritual con Dios que no hubieras podido tener de otra manera.
Históricamente, la espiritualidad cristiana también ha hecho referencia a la práctica de ciertas disciplinas espirituales, como la adoración, la celebración, la oración, el ayuno, la meditación, la soledad, el estudio, la auto negación, la vida sencilla, el servicio, la castidad, el sacrificio, la confesión, la frugalidad, la comunión, y el silencio.
La meta de la espiritualidad cristiana es que el creyente sea cada vez más parecido a Cristo en su carácter y en su estilo de vida.