El término pecado pertenece al campo de la arquería, y la palabra se usaba para describir a una flecha que no da en el blanco. En gran medida, esa es la manera en que el mensaje del evangelio utiliza la palabra, como en Romanos 3:23: Pues todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por Dios.
Sin embargo, la Biblia describe al pecado de tres maneras: quebrantar las leyes de Dios (cruzar la línea); rebelarse contra Dios (levantar el puño); y no alcanzar las pautas establecidas por Dios (malograrse).
Pero el pecado incluye todavía más. Describe también un estado del ser: en pecado. La Biblia enseña que cada persona nace pecadora y está en enemistad con Dios. Es como si el pecado fuera un principio inherente a la naturaleza humana, que es por definición pecaminosa. Es esta condición de pecado, como así también nuestros actos particulares de pecado, lo que nos pone en contra de Dios. Necesitamos ser justificados con Dios (reconciliados), recibir el perdón de nuestros pecados, y recibir en nosotros el Espíritu de Dios a fin de tener una nueva naturaleza.