La mayor parte del tiempo te encontrarás compartiendo tu fe con personas que conoces: tu familia, tus colegas, tus amigos, tus vecinos (las personas en tu mundo de relaciones). En consecuencia lo primero que debes hacer es construir buenas relaciones con esas personas y practicar tu vida cristiana en tu trato con ellas. Es probable que tu oportunidad de compartir tu fe se presente en momentos breves que surjan en las circunstancias de la vida y en las conversaciones cotidianas.
Cuando llegue el momento apropiado, comienza compartiendo tu propia historia, tu testimonio sobre cómo te hiciste cristiano y qué significó para ti. En algún momento necesitarás avanzar y presentar concretamente las verdades de la Biblia. Aprende algunos versículos bíblicos que le muestren a la gente el plan de Dios para la salvación. Aprende cómo iniciar una conversación espiritual o cómo guiar cualquier conversación hacia las cuestiones espirituales.
De hecho, puedes encontrar seminarios, libros, y cursos breves sobre cómo compartir tu fe. Son útiles porque te dan algunas herramientas y una huella para seguir. Pero no uses un enfoque enlatado. Sé genuino y habla con la persona en el marco de una conversación normal, no como alguien que intenta hacer una presentación formal. Trata a las personas como personas, no como objetos o simplemente como candidatos para la salvación. Haz amistad con personas no cristianas.
Sé amigable. Sé genuino. Recuerda que no tienes que saberlo todo. Puedes decir: “No lo sé, pero trataré de averiguar”.
Sobre todas las cosas, ora y pide a Dios que te guíe.