Tomas de Aquino (1225-1274) desarrolló cinco argumentos a favor de la existencia de Dios, que pueden simplificarse de la siguiente manera:
1. El argumento del motor inmóvil: de nuestra experiencia sobre el movimiento en el universo, vemos la necesidad de que haya habido una primera causa de movimiento. Las cosas no comenzaron a moverse por sí mismas.
2. El argumento de la causa primera: es imposible que un ser sea la causa de sí mismo. Por lo tanto, debe haber una primera causa, que a su vez no necesitó ser causada.
3. El argumento de la contingencia del ser: si todas las cosas tienen la posibilidad de no existir, debió haber un tiempo cuando nada existió.
4. El argumento del grado de perfección: aquello que consideramos bueno se mide en relación con algo que tiene el máximo de bondad.
5. El argumento teleológico: Los objetos no inteligentes no pueden ordenarse hacia un propósito a menos que sean ordenados por un ser inteligente.
Algunas de estas afirmaciones son difíciles de entender y requieren más lectura para captarlas cabalmente. Pero en esencia, sin embargo, muestran el reconocimiento de que Dios, por definición, no fue creado -siempre existió- y que el resto del universo no pudo haber comenzado a existir por sí solo.
Es difícil conceptualizar algo o alguien que exista sin haber sido creado por algo o por alguien. Casi todo lo que forma parte de nuestra realidad personal tiene comienzo y fin. Asumimos naturalmente que las cosas físicas no comienzan a existir espontáneamente. Sin embargo la teoría de la evolución no tiene respuesta para la pregunta de dónde vinieron los primeros gases calientes que la comunidad científica afirma dieron origen a nuestro universo.